
Desde hace años, Ubisoft viene demostrando que el nombre de Assassin’s Creed es solo una excusa para vender. No importa si la esencia de la saga se ha perdido por completo; mientras tenga asesinos y capuchas, los fans seguirán comprándolo. Pero, como seguidor de la saga desde sus inicios, tengo que decirlo: esto ya no es Assassin’s Creed, y Shadows no hace más que confirmarlo. Me alegro de haber visto hace mucho tiempo que, el rumbo de esta franquicia, se perdió.
De juego de sigilo a RPG de acción
Hubo un tiempo en el que Assassin’s Creed era un juego de sigilo, en el que moverse con cautela, acechar y asesinar en la sombra era la clave. Eso era Assassin’s Creed. «Actuamos en las sombras para servir a la luz», ese era el lema que definía a la saga y a su sigilo. Entras, acabas con tu objetivo, te vas y nadie se ha enterado de nada. Ahora, sin embargo, lo que Ubisoft nos ofrece es un RPG de acción con combates espectaculares, pero con mecánicas que poco o nada tienen que ver con lo que un día definió la franquicia. Desde Origins, la saga cambió de rumbo y dejó atrás su esencia. Shadows no es una excepción. Aunque Naoe tiene un sigilo estupendo, lo que define a la saga desde hace varios títulos es algo muy sencillo y que no complica a nadie: entra, arrasa con todo y que se enteren por dónde has pasado y, luego, huye arrasando con todo, una vez más. Eso del sigilo y que no sepan quién eres, ha pasado de moda por lo que parece.
Mapas inmensos y contenido vacío
Parece que Ubisoft sigue empeñada en que el tamaño importa. Assassin’s Creed Shadows cuenta con un mapa enorme, pero, ¿realmente era necesario? Una vez más, nos encontramos con un mundo abierto gigantesco que, aunque bien ambientado, está repleto de contenido irrelevante. Se puede recorrer durante horas, pero la pregunta es: ¿vale la pena? En AC Valhalla ocurrió lo mismo, sin mencionar lo insufrible que se hacía repetir las misiones que eran similares a lo largo de todos los lugares que formaban parte del mapa. Terminabas la historia que no aportaba nada a la trama principal y te dejaban un saber amargo porque sentías que habías estado perdiendo el tiempo. No se descubría nada en el proceso, tan sólo un par te matices y poco más.
Una historia que se pierde en la niebla
Assassin’s Creed siempre se ha caracterizado por contar historias potentes, intrigantes y llenas de conspiraciones. Todos recordamos, una y otra vez, la saga de Altair y de Ezio Auditore, por unir ambas, pero, cómo no recordar la saga que ha tenido como protagonista al que era el asesino más carismático de todos y el que cerró una historia que nos dejó a todos con la boca abierta con esa conexión entre personajes y su protagonista en la actualidad, Desmond Miles. Desde ahí, todo fue a peor, llegando historias que no sabías por qué venían, ni quién estaba dentro del Animus, ni por qué la historia tenía a dicho asesino como protagonista…por no decir que, algunos, se convertían en asesinos por tan sólo robar una indumentaria y hacerse pasar por otro (guiño, guiño, señor Edward Kenway). Y es que, en Shadows, para colmo y repetir como en otras entregas, la narrativa se siente dispersa y poco clara. En un juego donde la exploración es clave, la historia debería ser el pilar principal, pero en lugar de eso, se desaprovecha completamente. Lo más grave es que ni siquiera parece un juego de asesinos.

Japón llegó tarde
Desde hace años, los fans pedían un Assassin’s Creed ambientado en Japón. Y ahora que por fin ha llegado, el problema es que lo hace cuando otros juegos como Ghost of Tsushima o Rise of the Ronin ya han explorado esa temática de forma brillante. Ubisoft no ha sabido innovar y, aunque Shadows tiene detalles interesantes, no logra estar a la altura de sus competidores. Muy bien que hayan pensado en los jugadores que tantos años llevaban diciendo que tendría que haber uno título basado en Japón, pero esto es algo que se llevaba mencionando desde, por lo menos, Origins, si no es antes, por lo que han tenido tiempo de pensarlo, y muy bien, pero era mejor sacar DLC’s sobre dioses egipcios, movidas raras romanas y vikingos que no sabían si eran ellos o reencarnaciones. Aquí no hacemos eso.
Ubisoft se la juega… y mucho
Las entregas anuales de Assassin’s Creed han desgastado la saga. Lo que antes era un referente, hoy es un producto más, sin alma ni dirección. Ubisoft lleva años tropezando con la misma piedra y, si sigue así, podría enfrentarse a su caída definitiva. Los jugadores pueden ser fieles, pero no son estúpidos. Si añadimos que han estado buscando un posible comprador para hacer un «hard reset» y quedarse con las franquicias más importantes y el resto hacer borrón y cuenta nueva, pues no podemos tener muchas esperanzas en que la compañía quiera arriesgarse mucho en sus próximos proyectos, si es que los hay. A este culebrón le quedan los días contados, o eso quiere parecer, por lo que tendremos que estar atentos a lo que pueda pasar.
El momento de decir adiós
Hay algo que Ubisoft debería entender: cuando una saga ha tocado fondo, lo mejor es cerrarla con dignidad. Assassin’s Creed fue épico, fue legendario, títulos que han tenido campañas de marketing que han marcado a jugadores y no jugadores. Ambientaciones que han exprimido capacidades de las videoconsolas al máximo, recreación de escenarios y culturas que han sido magníficas, pero arrastrar el nombre de una saga por el suelo y hacer títulos para estirar el chicle, sólo para seguir vendiendo, no es la solución. Como fan, duele decirlo, pero la franquicia ya no tiene sentido. Y si Shadows es el futuro de Assassin’s Creed, entonces es hora de despertar y aceptar la realidad. Me alegro de haber abierto los ojos a tiempo cuando comencé a ver que esta franquicia tomaba rumbos que no pintaban bien, y no me arrepiento. Yo sé dónde terminó Assassin’s Creed para mí, por lo que espero que, por fin, mucha gente pueda abrir los ojos y darse cuenta también.






