
Han pasado más de 15 años desde que Borderlands revolucionó el género de los looter-shooters con su fórmula de disparos frenéticos, humor macarra y millones de armas únicas. Ahora, con Borderlands 4, Gearbox regresa con una nueva aventura en Kairos, un planeta hasta ahora oculto que se convierte en el escenario de una campaña que mezcla lo familiar con algunas novedades jugables. Pero ¿estamos ante la evolución que la saga necesitaba o simplemente más de lo mismo?
La trama: villanos sin chispa en un nuevo mundo
En esta ocasión, los buscacámaras deben liberar Kairos del Cronoguardián, un tirano que controla a la población mediante implantes. La premisa funciona como excusa para la acción, pero la historia se queda en lo mínimo: derrotar a los esbirros del villano hasta enfrentarnos con él. A diferencia del carismático Jack el Guapo en Borderlands 2, los antagonistas aquí resultan planos y poco memorables, lo que deja a la narrativa como uno de los apartados más flojos.
Gearbox ha intentado corregir el exceso de humor cringe de la tercera entrega, pero se ha pasado al otro extremo: la comedia gamberra, sello de identidad de la saga, se percibe más contenida de lo habitual. Aunque sigue habiendo guiños y diálogos divertidos, se echa de menos la chispa irreverente que enamoró a los fans.

Jugabilidad: lo de siempre, pero con añadidos
Borderlands 4 sigue siendo una fiesta de disparos, especialmente en cooperativo con hasta tres amigos. Se mantiene la locura de millones de armas diferentes y se suman nuevas mecánicas que refuerzan la verticalidad: doble salto, planeo y un látigo de energía que permite engancharse a zonas del escenario o lanzar objetos contra los enemigos. Pequeños detalles que aportan frescura, aunque sin revolucionar la fórmula.
Otro añadido es la posibilidad de nadar, anecdótico y poco explotado. Donde sí brilla es en la personalización de personajes: cada uno de los cuatro buscacámaras (Vex, Rafa, Amon y Harlowe) dispone de tres árboles de habilidades únicos que permiten crear builds muy variadas. Aquí es donde Borderlands 4 da un paso adelante respecto a sus predecesores, ofreciendo la mejor personalización de la saga.

Mundo abierto y endgame
Gearbox ha optado por un mundo abierto en Kairos, con decenas de iconos y actividades opcionales. El problema es que muchas tareas resultan repetitivas y acaban priorizando la cantidad de horas sobre la calidad. Aun así, la exploración gana dinamismo con las nuevas mecánicas de movimiento y el uso de la moto voladora para recorrer el mapa.
Donde están puestas todas las esperanzas es en el endgame, con misiones rejugables, contratos especiales, bosses opcionales y un sistema de firmware para mejorar el equipo. Gearbox ha prometido contenido gratuito postlanzamiento y, si cumple, este apartado podría ser lo que mantenga a la comunidad enganchada durante meses.
Apartado técnico: bonito pero exigente
El apartado visual mantiene el icónico cell shading de la saga, que sigue luciendo espectacular, aunque apenas supone un salto respecto a Borderlands 3. El problema está en el rendimiento, especialmente en PC: caídas inexplicables de fps incluso en equipos potentes y una IA enemiga que a veces se atasca o se comporta de forma errática. A cambio, el doblaje al castellano es de primer nivel y el apartado sonoro acompaña con solvencia, aunque la banda sonora carece de pegada.

| LO MEJOR | LO PEOR |
|---|---|
| La personalización de personajes es la más profunda de la saga, con builds muy variadas. | Historia plana y villanos poco memorables. |
| La fórmula jugable sigue siendo divertidísima, especialmente en cooperativo. | El mundo abierto resulta repetitivo y prioriza cantidad sobre calidad. |
| Millones de armas con variaciones que cambian la jugabilidad. | Continuista: pocas novedades de peso respecto a entregas anteriores. |
| El endgame promete mantenernos enganchados durante mucho tiempo. | Rendimiento pobre en PC y problemas con la IA. |
Conclusión
Borderlands 4 es un juego tremendamente divertido y adictivo, especialmente en compañía, pero también una entrega que se siente demasiado continuista y con una campaña poco inspirada. Sus novedades jugables aportan variedad, aunque no revolucionan la saga, y el mundo abierto no termina de cuajar. Aun así, la enorme personalización de personajes, su clásico arsenal infinito y un endgame prometedor hacen que siga siendo un título imprescindible para los fans de la saga, aunque se esperaba algo más de ambición.






