Aaron J. 
El fracaso no inferioriza a ninguna persona, la hace más fuerte.
Desde pequeños, nos enseñan a ser los primeros, pero no a ser los últimos; a reír, pero no a llorar; a ganar, pero no a perder; a estudiar, pero no a olvidar; a triunfar, pero no a fracasar. Y para eso, nos enseñan frases motivadoras como si fueran las reglas del éxito, como por ejemplo “lucha por tus sueños” o “si quieres, puedes”. Pero a veces luchas y no se puede; a veces, todo no sale al primer intento, ni al décimo, o ni tan siquiera sale.
Eso hace que nos enfademos y vivamos frustrados porque, cuando después de haberte sacado una carrera universitaria no consigues el trabajo que querías, o después de haber entrenado durante años para una competición la pierdes, nos damos cuenta de que nos mintieron desde pequeños.
El éxito que nos prometían a veces no se consigue haciendo las cosas bien y como ellos nos indicaban, porque la vida no nos ocurre según los planes de quienes nos enseñan o educan, sino que simplemente la vida sucede. En vez de buscar culpables o intentar entenderla, hay que aprender a afrontarla tal cual viene, y eso es algo para lo que nadie nos prepara.
Está bien saber cómo llegar al éxito, pero es más importante saber cómo salir del fracaso. Y es que saber todo esto desde pequeños hace que, cuando no consigamos algo que por la ley del esfuerzo y la superación creemos que nos pertenece, no nos estanquemos en la frustración de ver que nada era como nos prometían y podamos avanzar hacia una nueva meta, porque fracasar es aprender a mejorar.
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OLÉ!!! Pedazo de palabras! Totalmente de acuerdo!