
El debate vuelve a la mesa y esta vez lo hace desde dentro de la industria.
Greg Reisdorf, veterano diseñador y exdirector creativo del multijugador de Call of Duty, ha advertido de forma directa que los videojuegos de 100 dólares acabarán siendo una realidad. No como una provocación, sino como una consecuencia lógica del modelo actual. “Es economía, en ese punto. Las expectativas son tan altas para esos juegos”, afirma en una reciente entrevista.
Para Reisdorf, el problema no es únicamente el precio, sino la escala que han alcanzado los grandes lanzamientos. En su opinión, Call of Duty hace tiempo que dejó de ser “un solo juego”. “Es, como mínimo, cuatro juegos en uno”, explica, señalando la campaña —cada vez más ambiciosa—, el multijugador, el modo Zombis y todo el ecosistema que desemboca en Warzone. A eso se suma un mantenimiento constante que no termina cuando aparecen los créditos finales.
El exdirectivo también pone el foco en el modelo free-to-play, que define como tan atractivo como peligroso. Señala el caso de Warzone, que sigue siendo gratuito, y lo utiliza como ejemplo de una tendencia volátil: inversiones de cientos de millones que pueden desaparecer en cuestión de meses. “Los free-to-play van y vienen. Se gastan fortunas en lanzarlos y luego mueren al día siguiente”, sostiene.
Frente a esta situación, Reisdorf cree que el futuro pasa por un equilibrio más conservador: juegos premium sólidos, con microtransacciones ligeras y bien integradas, y experiencias free-to-play que evolucionen hacia plataformas de contenido generado por los usuarios, al estilo de Roblox, en lugar de depender únicamente de pases de batalla y compras recurrentes.
Con este panorama, el salto a los 100 dólares parece inevitable. El verdadero problema, según Reisdorf, es quién se atreverá a hacerlo primero. “Un juego de 100 dólares va a ocurrir, tarde o temprano. Pero nadie quiere ser el primero. Todos los editores están esperando”, afirma con rotundidad.
¿Quién puede romper esa barrera sin sufrir un desgaste reputacional?
Para él, la respuesta es clara: Grand Theft Auto VI. Reisdorf cree que Rockstar podría fijar ese precio y aun así vender millones de copias. Y lanza una advertencia: una vez que un gran título lo haga, el resto de la industria seguirá el mismo camino.
Las palabras de Reisdorf llegan desde la experiencia de alguien que ha trabajado durante años en el desarrollo AAA, pasando por compañías como EA y Activision, y formando parte del engranaje interno de Call of Duty desde Modern Warfare 2.
Tras dejar ese entorno, reconoce el contraste entre publicar bajo una marca capaz de atraer millones de jugadores y volver a empezar desde proyectos más pequeños.
Hoy, desde su nueva etapa en Oncade, insiste en una idea clave que atraviesa todo el debate: la sostenibilidad. Cómo hacer que los videojuegos sigan siendo viables cuando los costes de desarrollo crecen sin freno y la ilusión, por sí sola, ya no basta.






